
Los sonidos son parte importante en nuestra vida cotidiana y pueden generar diferentes sensaciones. Desde le prehistoria, el ser humano ha creado diversos sonidos percutiendo su propio cuerpo o construyendo instrumentos que los producían.
En el mundo moderno, los avances tecnológicos trajeron consigo nuevos sonidos. Hoy en día podemos reconocer el “beep” que nos avisa cuando el microondas ha terminado de calentar nuestra comida, cuando hemos puesto a cargar el celular, e incluso sirve para alertarnos mientras un vehículo de grandes dimensiones está dando reversa.
La fama del “beep” despegó, literalmente, en los comienzos de la carrera espacial, cuando se popularizó como la señal que emitía el primer satélite artificial, el Sputnik 1, lanzado al espacio el 4 de octubre de 1957. Era la primera vez que recibíamos una señal desde el espacio emitida por un objeto construido por nuestra especie, una señal de vida del artefacto soviético mientras giraba alrededor de la Tierra a mas de 200 kilómetros de altura, que pudo ser captada por miles de radioaficionados que atentamente siguieron su aventura durante los 21 días que estuvo activo antes de que su batería se agotara.
Aunque para muchos aquel “beep” era el sonido que para siempre separaría lo antiguo de lo nuevo, en realidad el “beep-beep” había sido usado por primera vez en 1929 asociado al sonido del pito o bocina de un automóvil. Sin embargo, su uso moderno se atribuye al célebre escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke en 1951, cuando era la cabeza de la Sociedad Británica Interplanetaria. Ese año, Clarke había escrito su novela titulada “Arenas de Marte”, donde exploraba el tema de la viabilidad de la vida en otros planetas y usaba el “beep” para describir el tono que caracterizaba a una computadora.
Hoy el “beep» se ha extendido a prácticamente toda la tecnología que nos rodea, siendo posiblemente el sonido mas icónico en el mundo de los videojuegos. Diversas combinaciones del singular sonido son imprescindibles para recrear experiencias únicas para los jugadores. Algo similar sucede en la música electrónica que, como ningún otro estilo, se reconoce por los llamativos tonos.
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