Si de relaciones que giran en torno al amor por los astros se trata, probablemente la historia de Nicolás Camille Flammarion y sus dos esposas tenga un apartado especial.
Flammarion fue uno de los astrónomos más destacados de finales del siglo XIX. De origen francés, había ingresado con tan solo diecisiete años como colaborador en el Observatorio de París, después de pasar un exigente examen de matemáticas que sorprendió al propio director del instituto, el señor Urbain Le Verrier – descubridor, en el papel, del planeta Neptuno a partir del movimiento de Urano.
Cuatro años más tarde Le Verrier lo echó del puesto, motivado seguramente por la envidia, luego de que Flammarion publicara un libro titulado ‘La pluralidad de los mundos habitados’, argumentando que un astrónomo debía observar y no escribir.
Sin embargo, durante su paso por allí conoció a la que fue su primera esposa, Sylvie Petiaux, una astrónoma feminista que había fundado la asociación para la paz y el desarme por las mujeres. Sus amoríos tuvieron que esperar hasta que Sylvie, casada con un anciano y reconocido astrónomo, enviudara.
Sin creer en el matrimonio, se casaron para que sus amigos les regalaran un viaje en globo, convirtiéndose en la primera pareja en tener un viaje de bodas más cerca de las estrellas, la pasión de ambos. Fundaron un Observatorio en Juvisy-sur-Orge (Francia) y viajaron por varias partes del mundo registrando eclipses totales de Sol.
Años más tarde, entraría la figura de Gabrielle Renaudot, una joven que comenzaba a trabajar en el observatorio y como secretaria de la Sociedad Astronómica Francesa, fundada por Flammarion. Gabrielle se enamoró de su jefe y de su esposa, dando así inicio a un triángulo amoroso que compartía el amor por la astronomía y trabajaba arduamente en la difusión de la ciencia, y en investigaciones sobre la superficie de Marte, la Gran Mancha Roja de Júpiter y las estrellas variables.
Tras la muerte de Sylvie, Flammarion, de 77 años, se casó con Gabrielle, quien para entonces tenía 42 años. El matrimonio terminó tan solo seis años más tarde con la muerte de Flammarion, en 1925. La viuda quedó encargada del observatorio y también trabajó intensamente como redactora de la revista ‘L’Astronomie’ durante casi cuatro décadas, hasta el día de su muerte.
De allí en adelante, el observatorio quedó prácticamente abandonado, pero el legado de estos tres personajes es evidente entre sus varias decenas de obras escritas, que reflejan el amor que compartían por el universo.
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