Avances en la Primera y Segunda Guerra Mundial sentaron bases de mejoras que hoy salvan vidas.
Si se pudiera recabar alguna consecuencia positiva de las guerras, seguramente estaría ligada a los desarrollos tecnológicos y científicos que han permitido a uno y otro bando tener mayor dominio sobre su enemigo.
En Colombia, con contadas excepciones, este no ha sido el caso, y el largo conflicto no ha dejado tan siquiera un número apreciable de frutos visibles en innovación tecnológica de los cuales ahora podamos sentirnos orgullosos.
El ansia de poder y dominio de los grandes imperios de la humanidad ha implicado desarrollos en tecnología que contribuían al avance económico y social, en muchos casos aplastando de manera despiadada a los rivales.
Al tiempo que se hacían inventos para protegerse del enemigo, también se avanzaba en otros, precursores de los tanques, que con principios físicos derribaban todo a su paso. Las sonadas conquistas de Alejandro Magno seguramente no habrían tenido tanto impulso sin el tejido científico de su época.
El descubrimiento de Roger Bacon de las aplicaciones de la pólvora para fines militares en el siglo XIII revolucionó el campo de batalla, y son también famosos los inventos de Leonardo da Vinci para intimidar al enemigo, que incluían vehículos blindados.
Más recientemente los desarrollos científicos que tuvieron su cuna en la Primera y Segunda Guerra Mundial, y que surgieron a partir de ánimos destructivos, permiten hoy mejoras en la sociedad actual que incluso salvan vidas.
Algo alentador al voltear nuestra mirada atrás hacia una de las épocas más conflictivas de la humanidad es ver por ejemplo las primeras versiones de simuladores de vuelo, el submarino, la fotografía aérea, la tecnología aeronáutica para la conquista de los cielos, las bases tecnológicas para llevar el hombre a la Luna, y aportes al entendimiento de la física de las estrellas a partir del proceso de fusión.
Los avances para crear y trasmitir información con la fabricación de transmisores y receptores de radio mucho más potentes, catapultaron el área de las comunicaciones y fueron cruciales para conectar a la humanidad. Después de la guerra la radio se popularizó en todo el planeta.
En el campo de la química y la medicina se generó toda una revolución: síntesis de nuevos compuestos y medicamentos, cirugía plástica, transfusiones y bancos de sangre, sistemas ortopédicos, vacunas, unidades móviles de radiografías lideradas por Marie Curie y hasta la ambulancia.
Volviendo a Colombia, el enorme gasto en compra de armamento y tecnología poco ha dejado para el surgimiento científico local. Una pérdida más asociada al conflicto, que ha ayudado a hacernos tecnológicamente dependientes. El país debe ahora buscar con urgencia la mejor manera de aprovechar el tiempo perdido, procurando adoptar la innovación científica en el postconflicto. Un buen ejemplo de ellos son los avances tecnológicos para el desminado con técnicas nucleares de detección.