Esto es lo que permite la arqueoastronomía: rescatar el conocimiento de los que nos antecedieron.
Dentro de nuestra historia precolombina, rica en culturas y tradiciones, algunas de las cuales se mantienen hasta nuestros días, se destacan los muiscas, pertenecientes a la familia lingüística de los chibchas, habitantes de la parte central de Colombia en un territorio dominado por grandes altiplanicies.
Los muiscas se destacaron gracias a su desarrollo agrícola, que tenía como uno de sus pilares fundamentales el uso de calendarios y una fuerte conexión con Sua, dios del Sol. Una de sus fechas más importantes era la que correspondía al día más largo del año, el solsticio de verano, en donde el pueblo se daba cita en el Templo del Sol en Suamox (hoy Sogamoso).
Parece ser que la observación astronómica era parte esencial del quehacer diario de una sociedad, en donde la luna (Chía) y las estrellas representaban importantes deidades que protagonizaban sus principales cosmogonías. Pese a que, en general, no hay muchos vestigios de construcciones que pudieran darnos más datos sobre elementos astronómicos de culturas ancestrales en territorio colombiano, hay un lugar cerca de la población de Villa de Leyva, llamado Saquenzipa, que puede tratarse de un emplazamiento astronómico para el registro de eventos celestes. Estudios arqueológicos establecen en más de 2000 años la antigüedad de este complejo, lo cual indica que su construcción sería incluso anterior a la llegada de los muiscas a la zona en el siglo VI a.C.
En este lugar se erigen tres decenas de columnas de piedra de cerca de 2 metros de altura (megalitos) y varias otras columnas pequeñas distribuidas en un terreno de 450 metros cuadrados. Se cree que las sombras generadas por las columnas a lo largo del año están relacionadas con los períodos estacionales regidos por el Sol, pero también hay indicios de que algunas alineaciones tienen vínculo con el registro de eventos cíclicos, como los eclipses.
Se sabe que los muiscas tenían un sistema de medición del tiempo, un año de 354 días, con períodos de invierno y verano, y que usaban también los ciclos de lluvias. Dividían el año solar en cuatro épocas, delimitadas por los períodos de invierno y verano, que a su vez se subdividían de acuerdo a los cambios en la luna.
Tuvieron así un contacto con la astronomía y la meteorología que vale la pena destacar, como lo hiciera el notable científico Alexander von Humboldt luego de sus viajes de exploración a Colombia a comienzo del siglo XIX. La arqueoastronomía nos permite rescatar el conocimiento astronómico de nuestros antepasados.