Billar cósmico para la defensa planetaria

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Sumado a los cambios que ocurren dentro de las fronteras de la Tierra y que alteran las condiciones del planeta, algunas de las principales amenazas que enfrentamos provienen del espacio exterior. Los impactos de rocas extraterrestres se cuentan entre los incidentes que desde hace más tiempo han transformado radicalmente el ambiente de nuestro hogar planetario.

Desde los primeros instantes de la formación de la Tierra, hace 4.600 millones de años, el entorno del sistema solar estuvo plagado de innumerables colisiones. El vecindario cósmico estaba repleto de meteoroides, cometas y planetas en formación que chocaban unos con otros. Entre los productos de esos violentos impactos tenemos por ejemplo la formación de la Luna, como resultado del choque con la Tierra de un protoplaneta al que  se le denomina Tea.

El propio surgimiento de la vida en la Tierra pudo estar asociado a esos impactos de meteoritos o cometas. Según la teoría de la panspermia, la vida habría llegado a nuestro planeta desde el espacio exterior, a bordo de estos cuerpos. El origen extraterrestre de la vida ha sido apoyado por varios científicos, entre los que se destacaron el físico Stephen Hawking y el descubridor de la estructura del ADN, el biólogo molecular Francis Crick. 

Mientras que aún no podemos confirmar esta teoría que pone la semilla de la vida a bordo de rocas espaciales, lo que sí parece claro es el antagónico poder destructor de tales impactos. La caída de un meteorito de 10 kilómetros de diámetro hace 65 millones de años sobre la península de Yucatán, marcó el fin de la época de los dinosaurios y contribuyó a la extinción del 75% de la vida en la Tierra. 

Otros impactos en épocas mas recientes han mostrado el poder destructor de estos fenómenos, pero, por fortuna, la gran mayoría de rocas que caen sobre nuestro planeta, y que pueden viajar a velocidades de decenas de kilómetros por segundo, se desintegran durante su ingreso en la atmósfera terrestre. Sin la protección de la atmósfera tendríamos la superficie terrestre como un queso gruyere, como lo están la Luna, o el planeta Mercurio, ambos con una muy débil atmósfera que los cobija.

Aun así, se calcula que unos 17.000 logran sobrevivir el paso por la atmósfera y llegar a la superficie terrestre. Es entonces cuando se les denomina meteoritos, pero en su gran mayoría son restos muy pequeños de pocas decenas de gramos que son incluso difíciles de detectar. 

No obstante, no podemos descartar que en algún momento una enorme roca espacial pueda acercarse y amenazar nuestra supervivencia. ¿Seremos entonces capaces de jugar un minucioso billar cósmico para golpear y sacar de su rumbo al peligroso visitante? 

Parece que sí. Los planes de defensa planetaria, que tienen a la misión DART de la Nasa como su máximo exponente, desviando al asteroide Dimorphos en una exitosa misión para evaluar la posibilidad de prevenir potenciales amenazas futuras, incluyen también a la agencia espacial china que trabaja para proteger el planeta de asteroides peligrosos.

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