La batalla espacial que puso al mundo a jugar

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Durante una extenuante sesión de trabajo a comienzos de la década de 1960, el científico y programador Stephen Russell, Slug para los amigos, encuentra una novedosa manera de entretenerse. Para entonces Russell trabajaba en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) programando el minicomputador PDP-1, que recientemente había adquirido la institución y que utilizaba cinta de papel perforado para almacenar información. 

En aquella máquina, famosa por ser el computador más destacado en la creación de la cultura hacker en el MIT, Russell desarrolla uno de los primeros videojuegos computarizados de la historia, al que le pone el sugestivo nombre de Spacewar. Se trataba de una batalla espacial con dos jugadores, cada uno controlando una nave, que se enfrentaban en un entorno en la cercanía de una estrella. Las maniobras permitían acercarse a la estrella para aprovechar el impulso dado por su atracción gravitatoria sobre la nave, y contaban con una cantidad limitada de armamento y combustible.

El juego cumplió su cometido, y permitió a Russell y su colegas encontrar la diversión que buscaban, pero lo que jamás imaginaron fue la repercusión que tendría años después. Era el inicio de la industria de los videojuegos, que hoy por hoy alcanza a nivel mundial cifras exorbitantes que rondan los 200 millones de dólares anualmente, superando a Hollywood y a otros sectores en la industria del entretenimiento. 

Antes de la invención de Russell, había ya tímidos intentos por usar computadores para algo diferente a procesar datos o facilitar labores de investigación en diversos campos. Después de la segunda guerra mundial, muchos matemáticos que trabajaron descifrando los códigos Enigma (uno de los sistemas que codificaba las comunicaciones usado por Alemania y que puso en jaque a los aliados) se reincorporaban a las universidades e institutos de investigación

En 1952 Alexander Douglas, por entonces estudiante de doctorado de la Universidad de Cambridge, diseño un juego de tres en línea, más conocido como triqui en nuestro país. Con el nombre OXO, haciendo alusión a la palabra formada por las fichas del juego, el proyecto era parte de su trabajo de tesis sobre la interacción humano-computadora. Esta fue una de las primeras implementaciones lúdicas que se programó en una máquina pionera en la historia de los computadores, el ECSAC. Aunque simple, este juego puede ser considerado como una de las primeras demostraciones prácticas de inteligencia artificial, pero su vida fue efímera  y su autor nunca mas programó juego alguno.

Una década después, el Spacewar conseguía abrir un camino que ya no tendría vuelta atrás, inspirando a un gran número de programadores para desarrollar juegos cada vez más complejos, de la mano con los avances en la computación. Muchos de los amantes de los videojuegos espaciales, consiguieron hacer grandes aportes a la exploración espacial fuera de la pantalla. El caso actual más conocido es el de Elon Musk, dueño de Space X, quien durante una década en su tierna juventud, fue programador de videojuegos.  A los 13 años Musk programó y logró vender el juego Blastar, una nueva batalla espacial en la cual el jugador tenia la misión de destruir un carguero espacial alienígena, que transporta bombas letales de hidrógeno. 

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