
En los próximos años, escuchar hablar de llamaradas solares puede ser el pan de cada día. Posiblemente muchos entren en pánico al recibir noticias sobre los efectos catastróficos de un intenso estornudo de nuestra estrella. Recuerdo que hace ya una década, con la supuesta profecía Maya del fin del mundo, algunos vaticinaban una llamarada o tormenta solar que devastaría el planeta Tierra. Para poner las cosas en su sitio, es bueno comenzar por explicar qué es una llamarada solar para luego entrar a describir sus efectos.
Una llamarada o erupción solar, a lo que en el lenguaje de investigación en astrofísica solar se le denomina fulguración, es una explosión en el Sol que ocurre cuando la energía almacenada en campos magnéticos se libera repentinamente. El fenómeno físico se conoce como reconexión magnética y a partir de él se produce un estallido de radiación en todo el espectro electromagnético, desde ondas de radio hasta rayos X y rayos gamma. Sumado a ello, las fulguraciones generalmente van acompañadas de emisión de material solar (partículas como protones y electrones), en lo que se conoce como eyecciones de masa coronal o CME (por sus siglas en inglés).
Estos fenómenos de liberación de materia y energía son cada vez mas frecuentes cuando el Sol entra en la fase creciente de su ciclo de actividad, hasta llegar un momento donde su ocurrencia es máxima, justamente en el máximo solar. Durante el ciclo solar, que tiene una duración de alrededor de 11 años, el Sol pasa por momentos de máximo y mínimo solar, que van asociados principalmente al número de manchas en la superficie del Sol. Las manchas solares albergan gran cantidad de campo magnético, el cual emerge del interior solar. La salida de ese campo magnético facilita que se produzcan mas interacciones y procesos que liberan energía en la atmósfera solar. El próximo máximo solar se espera que ocurra hacia el 2025-2026, momento en el cual serán mucho mas frecuentes las fulguraciones y eyecciones de masa coronal, que en los años siguientes disminuirían hasta volver a alcanzar el mínimo solar
El Sol es el principal protagonista de lo que se denomina clima espacial, afectando las condiciones del medio interplanetario y de nuestro planeta. De allí que el estudio de nuestra estrella tenga implicaciones directas incluso sobre la planeación de futuras misiones tripuladas a la Luna y a Marte, dado que el clima espacial podría ser un obstáculo si no podemos predecir cuándo y cómo puede afectar la misión.
Durante la tormenta solar mas potente registrada hasta el momento, ocurrida en 1859, la red de telégrafos sufrió en Estados Unidos y Europa pero, a diferencia de lo que sucede ahora, la sociedad de la época no tenía nuestra actual dependencia tecnología. El fenómeno más vistoso asociado al impacto de tormentas solares sobre la Tierra es la generación de las auroras, que no tienen consecuencias negativas sobre los seres vivos. En 1859 la potencia del fenómeno produjo auroras que pudieron ser vistas incluso a latitudes ecuatoriales, como las que se vieron en Montería la noche de 31 de agosto de ese año. Una tormenta de tal intensidad ocurriendo en la actualidad podría causar una catástrofe tecnológica con el caos generalizado en la sociedad que eso conllevaría. De allí la necesidad de seguir estudiando el tema para poder algún día predecir estos fenómenos y salvaguardar nuestra forma de vida.