
Para muchos un concepto filosófico, para otros algo que se relaciona con propiedades físicas, lo cierto es que el vacío es un término ambiguo que desde la antigüedad ha suscitado variadas discusiones.
Aristóteles es uno de los que aporta argumentos en contra del vacío, refiriéndose a este como un concepto inconsistente. Durante el renacimiento se popularizó la expresión “horror vacui” que significa miedo al vacío. Con ella se explicaba por ejemplo la necesidad de llenar espacios vacíos, principalmente en el arte y en decoración. En ciencia también se aludía a esta expresión como un principio absoluto, al afirmar que la naturaleza aborrece el vacío.
Pero ¿cómo podríamos definir el vacío? Por una parte es claro que cuando solemos referirnos comúnmente al vacío, no lo hacemos indicando la ausencia de materia. Un vaso vacío será aquel que acabamos de usar después de beber una buena cantidad de agua para calmar nuestra sed. El vaso sin embargo quedará lleno de aire, con alrededor de 25 billones de moléculas.
Las condiciones de vacío perfecto se alcanzarían extrayendo de cierto espacio, el interior del vaso por ejemplo, todas las partículas de materia. Desde la práctica experimental esto es imposible, pero sí se puede alcanzar el llamado ultra-alto vacío, dejando unas 2 millones de moléculas por centímetro cúbico.
En el universo encontramos regiones con una densidad de partículas muy por debajo de este número, con escasamente un átomo por centímetro cúbico. Desde ese punto de vista estaríamos aproximándonos al concepto de vacío cuando salimos al denominado espacio exterior, fuera de las atmósferas de cuerpos celestes. Sin embargo la radiación impregna también estos espacios; así, los rayos de luz provenientes de una galaxia muy muy lejana viajan durante millones de años, colándose por tales espacios vacíos, para ser captados por nuestros telescopios. De igual forma la materia y la energía oscura, de las cuales aun no tenemos certeza sobre su naturaleza, ocuparían estos espacios aparentemente vacíos.
Por otra parte, en el llamado “vacío cuántico”, aunque seamos capaces de eliminar incluso la luz, o el calor, comenzaran a aparecer partículas “fantasmas”, que aparecen y desaparecen Por pequeñísimos instantes de tiempo es posible crear energía del espacio vacío, generada por tales fluctuaciones de manera espontánea. Y desde la Teoría de la Relatividad también encontramos una demostración teórica (Efecto Unruh) en donde la idea de vacío depende de la trayectoria recorrida por un observador a través de espacio-tiempo, de tal forma que lo que para un observador es un vacío, para otro observador inercial (en movimiento rectilíneo uniforme) parecerá un estado que contiene partículas.
Así las cosas, parece que no deberíamos confundir el vacío con la nada.