Hay días en los que ocurren acontecimientos que pueden transformar de maneras insospechadas el rumbo tecnológico de las sociedades. El 16 de mayo de 1960 fue uno de esos días.

Aquel lunes en los Laboratorios de Investigación de Hughes en Malibú (California) parecía que comenzaba una semana normal, y el jefe de sección Theodore Maiman alistaba una lámpara de destellos, espejos y una vara de cristal de rubí rosa. El experimento que estaría a punto de realizar este joven ingeniero de 31 años sería el comienzo de la tecnología más revolucionaria de los últimos sesenta años, que cambiaría el mundo para siempre.

Maiman observó pulsos de luz que surgían del cristal creando un intenso rayo, poniendo en funcionamiento el que sería el primer láser de la historia. De allí en adelante vendrían un sinnúmero de aplicaciones, desde los lectores de códigos de barras del supermercado hasta los espectaculares shows de luces comunes en discotecas y conciertos.

El reciente descubrimiento de ondas gravitacionales, que obtuvo el Premio Nobel de Física en el 2017, fue uno de los últimos triunfos de la tecnología láser. Pero sus posibilidades aún no se han agotado, y seguramente en un futuro nuevos desarrollos nos sigan sorprendiendo.

Cuando se cumplen 58 años de este fascinante descubrimiento, nos encontramos celebrando el Primer Día Internacional de la Luz, una iniciativa liderada por la Organización de las Naciones Unidas que surgió en el 2015 durante el Año Internacional de la Luz y las Tecnología Basadas en la Luz – año en que se cumplía el aniversario de importantes hitos en la historia de la ciencia relacionados con la luz.

Los objetivos de este día, que será conmemorado cada 16 de mayo, evocan la importancia de la luz, valorando su función esencial en la vida de los ciudadanos del mundo en las esferas de la ciencia, la cultura y el arte, la educación y el desarrollo sostenible, y en campos tan diversos como las comunicaciones y la energía.

Sea este el mejor momento para recalcar la importancia de la ciencia y la tecnología para promover la educación y mejorar la calidad de vida, en aras de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible fijados en la agenda 2030 de las Naciones Unidas.