Mientras estuvo activo sobre Chury, tomó gran cantidad de datos con sus instrumentos a bordo.
Una “selfie”, tomada a 514 millones de kilómetros de la Tierra, muestra un pie robótico tratando de mantener el equilibrio en medio de un terreno accidentado y oscuro. La foto era una de las más esperadas de la Misión Rosetta, pues confirmó la llegada a terreno firme de la cápsula Philae, que tras un viaje de casi 11 años se posó por primera vez sobre la superficie de un cometa.
Philae rebotó un par de veces antes de caer en un lugar sombreado, muy diferente al que se había escogido, lo que impidió a los paneles solares recibir la luz suficiente para asegurar su funcionamiento prolongado, y en una posición inclinada e inestable, dado que el anclaje no se activó.
Estos imprevistos podrían indicar que la misión habría fracasado, pues tan solo tres días después de su “acometizaje”, Philae entró en un sueño profundo cuando se acabó el suministro de sus baterías internas.
Pese a los inesperados contratiempos, hoy los científicos coinciden en que el rebote de la cápsula y el sitio final en el que se posó sobre Chury pueden ser, de hecho, beneficiosos para los resultados de la misión.
La cápsula tomó muestras en varios sitios durante el rebote, lo que permitirá estudiar variaciones en las propiedades y composición del cometa y en diferentes tipos de terreno. Inicialmente cayó en la superficie plana y polvorienta que había sido escogida a partir de las imágenes que tomó la sonda Rosetta desde su encuentro con Chury en agosto.
Finalmente la cápsula quedó a un kilómetro en una topografía diferente. El sitio sombreado donde reposa podría significar un aumento en la vida útil de este laboratorio robótico, al resguardarlo de las altas temperaturas que destruirían su electrónica cuando el cometa se aproxime al Sol y llegue al máximo acercamiento en agosto de 2015.
Durante las 64 horas en que Philae trabajó antes de entrar en hibernación tomó gran cantidad de datos con sus diez instrumentos a bordo, completando el 90 por ciento de las tareas propuestas; sin duda un rotundo éxito.
Se esperaba que el material fuera más blando, pero bajo una capa de polvo de 10 a 20 cm de espesor se encontró hielo muy compacto, contrastando con la baja densidad del cometa. Se detectaron moléculas orgánicas cuyo análisis sigue siendo uno de los más esperados para la determinación de las sustancias necesarias para la vida que pudieron traer los cometas a la Tierra, principalmente aminoácidos y agua.
Muchas otras mediciones significarán nuevos aportes para los estudios cometarios; las de campo magnético, en particular, podrían tener implicaciones incluso para los modelos de formación planetaria.
Philae podrá revivir cuando Chury se acerque al Sol, y mientras tanto Rosetta seguirá vigilando de cerca el aumento en su actividad y la generación de gases y polvo que conformarán su imponente cola.
Publicado en el diario El Tiempo el 25 de noviembre de 2014.