El Sol, a corazón abierto

A causa de la actividad interna del Sol, la luz solar tarda miles de años en llegar a la Tierra.

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Cualquiera que salga a dar un paseo para tomar el sol se sorprendería al descubrir que esa radiación que recibe, los fotones o partículas de luz, se generaron hace cientos de miles de años, tal vez cuando nuestro ancestro común, el Homo sapiens, comenzaba su andadura por África.

Aunque la distancia a la que nos encontramos del Sol es de 150 millones de kilómetros, un rayo de luz es capaz de recorrerla en solo ocho minutos. Entonces, ¿por qué la luz solar tarda miles de años en llegar a la Tierra?

La razón es que la energía del Sol se genera en su interior, en el núcleo, y desde allí los fotones tienen que viajar hasta su superficie en un medio de alta densidad, chocándose a su paso con gran cantidad de átomos; muchas veces acaban absorbidos y remitidos por estos átomos que encuentran a su paso.

Es una situación similar a la que enfrentaríamos si quisiéramos salir de un estadio abarrotado de gente; no sería una tarea fácil, como tampoco lo es para los fotones, que tardan miles de años en salir del Sol. Sin obstáculos, ellos podrían hacer ese mismo recorrido en un par de segundos.

En ese orden de ideas, si por alguna razón el núcleo del Sol dejara de producir energía, no tendríamos que alarmarnos pues pasarían varias decenas de miles de años antes de que los terrícolas del futuro vieran cómo el astro comienza a apagarse.

El motor del Sol es un reactor nuclear en el que, cada segundo, una gran cantidad de núcleos de hidrógeno, el equivalente al peso de todos los habitantes de la Tierra, se fusionan y generan helio, y como producto de esta reacción se libera energía.

Es asombroso pensar que, en un segundo, el Sol genera más energía que la consumida por la humanidad en toda su historia, y que su núcleo se encuentra a una temperatura de 15 millones de grados centígrados.

Además de energía también se producen neutrinos, partículas que, a diferencia de los fotones, casi no interactúan con la materia y viajan casi a la velocidad de la luz, por lo cual en un par de segundos alcanzan el Sol, y ocho minutos más tarde a la Tierra. Detectarlos significa poder estudiar las condiciones del núcleo del Sol.

Pese a que muchísimos neutrinos llegan a nosotros, los experimentos para detectarlos apenas logran capturar unos pocos al día, y la mayoría atraviesa el planeta sin inmutarse.

Publicado en el diario El Tiempo el 20 de agosto de 2014.

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