
Ahora que parece estar de moda hablar lenguaje alienígena, vale la pena detenerse un momento, dejar de lado las ansias de viralización mediática, e indagar sobre uno de los aspectos más complejos de un posible contacto con una civilización de fuera de este mundo, entablar comunicación con aquellos extraños seres interestelares.
Comenzando por nuestro propio lenguaje, imaginemos por un instante lo que hubiera sido de la especie humana sin la comunicación, sin la capacidad para expresarnos mediante del lenguaje. A través de la interacción social adquirimos conocimiento, de manera que no podríamos aprender a hablar por nosotros mismos y nuestra racionalidad se percibe en nuestro lenguaje. La lectura, la escritura y la oralidad nos permiten desarrollar el lenguaje, en procesos que han tomado mucho tiempo para nuestra especie. Como suele decir el escritor de ciencia ficción Richard North Patterson “la escritura no es producto de la magia, sino de la perseverancia”.
Ahora bien, en el contexto del lenguaje de los alienígenas, hay que tener en cuenta que los procesos no necesariamente tienen que darse del mismo modo. Hay que dejar de lado nuestra limitada visión antropocéntrica, y recordar por ejemplo que los alienígenas no tienen por qué tener boca y oídos, ni el rango de percepción sensorial humano. Y si los tuvieran, variaciones en sus procesos químicos dadas por las condiciones de su hábitat podrían hacer que tardaran horas en decir un simple “hola”.
El lingüista y filosofo Noam Chomsky afirma que sería imposible aprender de forma natural una lengua alienígena, porque violaría la denominada gramática universal. Según esta teoría, nuestro cerebro tiene la capacidad para desarrollar un cierto conjunto de reglas y contenidos gramaticales, afirmando que subyacen principios comunes a todas las lenguas naturales. Para un visitante alienígena, todos los seres humanos hablaríamos el mismo idioma, pero con dialectos diferentes.
El tema genera sin duda un gran debate. Las lenguas hipotéticas son objeto de interés de la xenolingüistica, y para el caso específico de lenguas extraterrestres, se suele denominar astrolingüistica. Más allá de la especulación de la ciencia ficción, donde se han popularizado lenguajes como el klingon o el na’vi, hay un sinnúmero de aspectos a tener en cuenta que nos llevan a pensar qué conversar con extraterrestres no sería algo tan sencillo. Tengamos en cuenta que, aun aprendiendo su lenguaje, la lógica y forma de pensar diferentes pueden hacer imposible que los entendamos.
Algunos apoyan la idea de que las matemáticas, al menos las básicas, serian ese lenguaje común que compartiríamos con aquellos seres, incluso si fueran muy diferentes a nosotros. Y si nos referimos a misivas que nos envíen para comunicarse, entonces la física entra en escena, teniendo en cuenta que los mensajes no aleatorios tienen menor entropía que los naturales. Sería una forma de reconocer que en verdad alguien trata de contactarnos. Después de todo, si las leyes de la física funcionan universalmente, las lenguas de los alienígenas podrían estar sujetas a los mismos elementos que las humanas.
Aunque aun no hay indicios de comunicación con seres alienígenas, lo cierto es que la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, y seguramente en algún momento pongamos fin a este abismal silencio cósmico.
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