
Mientras se celebra un año más de la primera conquista lunar, los planes de Nasa para regresar al astro que incansablemente ha despertado nuestro interés desde hace milenios, no se detienen. Sus nuevos esfuerzos se centran en el programa Artemisa, sucesor del exitoso programa Apolo que hace ya medio siglo logró colocar entre 1969 y 1972 a doce individuos de nuestra especie en la superficie de otro cuerpo diferente a la Tierra.
Dentro del programa Artemisa, y apoyados en su nuevo cohete, el mas poderoso que haya existido, denominado SLS, y la nave espacial Orion, planean llevar a los primeros humanos al polo sur de la Luna, incluyendo a la primera mujer que deje sus huellas en la superficie lunar. Para ello, se proyecta tener también una estación espacial orbitando nuestro satélite natural, que sirva como punto de embarque, estudio y laboratorio para los viajeros. La plataforma orbital lunar Gateway será también un centro de comunicaciones y un paso crucial para el transporte espacial profundo, es decir, en los planes a largo plazo para expandir la presencia humana en la Luna, Marte y otros sitios del sistema solar. Por el momento deberán realizar primero dos lanzamientos no tripulados antes del esperado regreso de sus astronautas a la Luna.
La agencia espacial federal rusa (Roscomos) por su parte, prepara la misión Luna 25 que tiene entre sus objetivos el estudio y exploración de recursos lunares, incluyendo compuestos orgánicos volátiles como el agua, cerca del polo sur de la Luna. Esta sonda le daría continuidad a la anterior misión Luna 24, la última sonda lanzada con éxito en 1976 por la antigua Unión Soviética.
China también se prepara para ser protagonista de las nuevas aventuras lunares. Sus recientes misiones Chang’e están abriendo el camino a sus planes de enviar una misión tripulada en la próxima década. Recientemente Roscosmos también anunció la puesta en marcha conjunta con la agencia espacial china (CNSA) del proyecto de construcción de una estación de investigación lunar (ILRS), lo que esperan que sea un primer paso para el establecimiento de una colonia en la Luna a partir de los primeros aterrizajes humanos que tendrían lugar en 2036.
Con la formalización de los anteriores proyectos, se vuelve a hablar de una posible contienda política, que incluye a los países que se sumarán al proyecto Artemisa de los norteamericanos, o a la alianza entre Rusia y China. Países como Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Tailandia, han mostrado interés en participar en este último, pero Artemisa también está abierto a la cooperación internacional. ¿Será el comienzo de una nueva “guerra fría” en la conquista del espacio? Muy pronto las fichas empezarán a moverse, aunque esta vez, a diferencia de los inicios de la carrera espacial, las compañías privadas son también actores protagonistas en las nuevas aventuras espaciales.
Un gran despliegue mediático ha rodeado el futuro viaje lunar del multimillonario japonés Yusaku Maezawa, que espera su turno para embarcarse en una misión tripulada a la Luna en el cohete Starship de SpaceX, por la cual ha pagado a la compañía una millonaria suma, que incluye asientos para ocho acompañantes, aparte de los pilotos, en la travesía alrededor de la Luna, los cuales serían escogidos entre mas de un millón de personas que ya se han registrado en la convocatoria pública que abrió.
La principal competencia del magnate Elon Musk, dueño de SpaceX, es el también multimillonario Jeff Bezos, propietario de Amazon, y de la compañía de transporte aeroespacial Blue Origin, que se encuentra probando un módulo de aterrizaje lunar denominado Blue Moon. Se trata de un vehículo de carga espacial con capacidad para transportar cerca de 5 toneladas a la superficie lunar, esencial para los planes de fundar una futura colonia en la Luna.
Entre las iniciativas privadas, destacan también los planes de Bigelow Aerospace, para instalar contenedores espaciales inflables. Los módulos expansibles ofrecerían mayor volumen, seguridad y un mejor precio que las alternativas de aluminio, y de hecho, la Nasa ya esta probando el denominado módulo de actividad expansible Bigelow (BEAM) que se unió a la Estación Espacial Internacional en el 2016, probando entre otras cosas su capacidad para bloquear los altos niveles de radiación en el espacio. Bigelow esta trabajando en una cápsula mucho más grande (B330) que orbitaría la Luna como una estación espacial para acoger astronautas y turistas espaciales.
Todo parece indicar que, después del último viaje tripulado a la Luna hace ya casi 50 años, nuestra querida compañera volverá a convertirse en el destino favorito de los humanos más allá de las fronteras de la Tierra, y no solo con fines científicos, sino también para poder disfrutar de unas buenas, aunque costosas, vacaciones espaciales.
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