Febrero, el mes más corto del año llego a su fin, pero esta vez no tuvo su habitual duración de 28 días. Cada cuatro años, durante el llamado año bisiesto, este mes que recibe su nombre en honor a la Februa – fiesta romana de purificación o limpieza de la primavera que se celebraba anualmente aprovechando la época de lluvias – incorpora un día extra, con lo cual tenemos un mes engordado con 29 días.
Históricamente los años bisiestos han estado rodeados por un halo de supersticiones y mala fama. En realidad lo que representan no es mas que una simple corrección que se usa para ajustar el año calendario, o año civil, que va dede el 1 de enero al 31 de diciembre, respecto al año solar. Este último, también conocido como año trópico, tiene 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45.2 segundos, y hace referencia al tiempo que el Sol necesita para recorrer los 360 grados sobre la eclíptica -la línea imaginaria por donde transcurre el Sol en su movimiento aparente visto desde la Tierra.
Fue el famoso emperador Julio César, quien encarga al astrónomo Sosígenes, el cálculo de la duración de una revolución solar, en el año 46 a.C, lo que da lugar a la introducción de la reforma al calendario romano que añade un día, cada cuatro años, justo después del 23 de febrero, y de esta manera poder ajustar en un día extra las horas que se van acumulando año tras año.
El nombre bisiesto proviene justamente de la expresión derivada del latín “bis sextus” que significaba que se debía repetir el sexto día antes del primer día del mes de marzo. Posteriormente el día cambió al 29 de febrero con la reforma del papa Gregorio XIII, que además mejora los cálculos de Sosígenes, con lo cual se hace un salto del jueves 4 de octubre de 1582 al viernes 15 de octubre de 1582, para corregir los 10 días sobrantes que se habían acumulado durante los 1.600 años desde la reforma juliana.
Y para que el desajuste no se volviera a producir, se creó un sistema de excepciones a los años bisiestos. No serán bisiestos los años que sean múltiplos de 100, excepto si también son múltiplos de 400. Esto explica que los años 1800 y 1900 no hayan sido bisiestos, y que el 2100 tampoco lo sea.
Cada 29 de febrero probablemente muchos recordarán las conexiones entre la astronomía, la cultura y la sociedad lo largo de la historia, y otros, cerca de 5 millones de personas, celebraran un atípico y esperado cumpleaños.
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