
Cuando pensamos en ondas, lo primero que nos viene a la mente pueden ser las olas del mar o las vibraciones que generan sonido en el aire. Sin embargo, hay otro tipo de ondas que no apreciamos directamente, las llamadas ondas de gravedad. Se trata de perturbaciones en un medio, como un fluido, que viajan a través de él debido a la gravedad. No hay que confundirlas con las ondas gravitacionales, que son ondulaciones en el tejido mismo del espacio-tiempo predichas por la teoría de la relatividad general de Albert Einstein.
A menudo vemos a las ondas de gravedad manifestarse en la atmósfera terrestre, donde las diferencias de densidad y temperatura crean perturbaciones que se propagan verticalmente. Aunque generalmente estas ondas son invisibles a simple vista, su influencia es innegable.
Un ejemplo concreto de ondas de gravedad en la Tierra es el fenómeno de las nubes de montaña. Cuando el viento se encuentra con una montaña, las capas de aire se elevan y descienden, creando ondas que a menudo son visibles en forma de nubes alineadas en patrones característicos. Tales ondulaciones pueden ser también causadas por fenómenos meteorológicos fuertes como tornados, huracanes o incluso tormentas eléctricas, perturbando el flujo de la atmósfera y afectando el clima local.
Pero la acción de ondas de gravedad no se limita a nuestro planeta, encontrándose también en otros mundos de nuestro sistema solar. En Venus, se han observado ondas de gravedad en la densa atmósfera, y en Marte, han influido en la dinámica atmosférica. Estudiar estas ondas en otros cuerpos celestes puede proporcionarnos información valiosa sobre sus condiciones, composiciones atmosféricas y dinámica, lo cual es esencial para la realización de misiones espaciales exitosas, debido a que las ondas de gravedad pueden influir en la entrada, descenso y aterrizaje de sondas de exploración.
Volviendo a la Tierra, las ondas de gravedad también tienen aplicaciones prácticas. Los pilotos de planeadores y parapentes a menudo utilizan estas ondas ascendentes para ganar altitud sin necesidad de un motor. Además, se pueden utilizar mediciones de ondas de gravedad para estudiar la dinámica de nuestra atmósfera y predecir fenómenos meteorológicos.
A pesar de los avances en la investigación, las ondas de gravedad aún encierran muchos misterios. Comprender completamente su origen y comportamiento, desde la atmósfera terrestre hasta los rincones más remotos del sistema solar, es un desafío constante en la física atmosférica y las ciencias planetarias.
Con el objetivo de abordar varios de los interrogantes, la misión Atmospheric Waves Experiment (AWE), estará próximamente destinada a investigar las ondas de gravedad en la atmósfera terrestre. AWE se lanzará a la Estación Espacial Internacional y empleará un instrumento que utiliza una cámara infrarroja para capturar imágenes de la atmósfera y estudiar la distribución y evolución de estas ondas, en particular en la mesopausa, una capa atmosférica que comienza a unos 90 kilómetros de altitud.
Se espera que los datos recolectados puedan mejorar nuestra comprensión de la relación entre el clima terrestre y el espacio, teniendo en cuenta que las ondas de gravedad atmosférica también pueden influir en el clima espacial, afectando las comunicaciones, la navegación y otras aplicaciones.
Todo apunta a que dentro de poco tiempo, podremos empezar a “escuchar” mejor la sinfonía que constituye una fascinante manifestación de la influencia de la gravedad en el universo.