Permanecer en nuestras casas en estos momentos es la mejor forma para enfrentar la situación que estamos viviendo. Podemos aprovechar esta condición para usar algunas herramientas que nos permiten explorar, desde la comodidad de nuestra habitación, un sinnúmero de regiones y objetos en el universo. Incluso, podemos hasta ser participes de proyectos de ciencia ciudadana, colaborando con científicos de diversas partes del mundo, en proyectos para analizar información, apoyar la clasificación de datos, y aprender sobre la incesante y fascinante labor de la ciencia que estudia el cosmos.
En muchos casos se demuestra como la astronomía es tal vez el mejor ejemplo de un modelo de cooperación entre profesionales y aficionados, y es un referente de ciencia ciudadana.
La curiosidad permite que todos los días muchos apasionados por el firmamento hagan descubrimientos, dedicando tiempo a explorar catálogos y bases de datos en línea. Si alguien quiere descubrir un asteroide, una explosión de supernova, o algo que probablemente ni se imagina, tan solo debe poner empeño y dedicación porque opciones hay muchas.
Una de las más conocidas es el proyecto que nació en el año 2007 con el nombre de Galaxy Zoo, y que invitaba a la gente a ayudar a los científicos en la clasificación de galaxias, de miles de galaxias cuyas imágenes reposan en un catálogo al que cualquiera puede acceder libremente. Gracias a este proyecto, una joven holandesa descubrió un nuevo tipo de objeto, una especie de fantasma cósmico, que desde entonces lleva su nombre, el objeto Hanny. El proyecto evolucionó y hoy Zooniverse engloba a una gran variedad de iniciativas de ciencia ciudadana.
Recientemente el panorama de opciones se ajusta a intereses tan variados como crear un mapa, como los de Google maps, usando fotografías nocturnas que hacen astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional, para que los ciudadanos apoyen la clasificación de estas fotografías, o la posibilidad de convertirse en un cazador de asteroides para identificar a estos cuerpos, algunos de los cuales podrían convertirse en verdaderas amenazas si llegaran a impactar contra la Tierra.
Otros nos llevan aún más lejos, y nos enfrentan al reto de entender características de planetas extrasolares, mundos a millones y millones de kilómetros de nuestro ahora convulsionado hogar.
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