Un minuto antes de la explosión el pánico se apoderó de la tripulación al perder el control de la nave. Aquel 1 de febrero de 2003 el transbordador espacial Columbia y sus 7 ocupantes estaban a punto de desintegrarse en la atmósfera terrestre a su regreso a casa luego de una exitosa misión de dos semanas.
El incidente marcaba un momento oscuro en la historia del sistema de transporte para acceder al espacio más exitoso hasta la fecha, cuando ya se había superado la crisis producida luego del fatídico final del transbordador Challenger – que estalló por los cielos a los 73 segundos de su lanzamiento el 28 de enero de 1986.
Este segundo golpe para la Nasa fue demoledor, y sería el detonante que llevaría finalmente a la cancelación del programa de transbordadores en el 2011, luego de 135 misiones realizadas desde 1982, con dos naves de prueba (Pathfinder y Enterprise) y otras cinco (Challenger, Columbia, Discovery, Atlantis y Endeavour) que acumularon un total de 1323 días en el espacio
Ante la mirada atónita de los científicos, ingenieros y centenares de personas que aguardaban su regreso a la Tierra en el Centro Espacial Kennedy en la Florida solo cabía una pregunta, ¿qué causó el desastre del Columbia ?
Inmediatamente se creó una comisión de investigación que tras varios meses de arduo trabajo pudo responder al interrogante. Algunos ya tenían sospechas de que algo andaba mal cuando en el momento del despegue se pudo observar un pequeño pedazo de material aislante desprenderse de uno de los tanques de combustible del transbordador.
La revisión de videos, y las pruebas en laboratorio con réplicas de la nave confirmaron que el fragmento de espuma de poco más de un kilogramo había salido disparado como una bala, golpeando el ala izquierda del transbordador y abriendo un pequeño agujero. El Columbia había partido hacia el espacio herido de muerte, y era solo cuestión de tiempo para que las altas temperaturas a su entrada a la atmósfera de vuelta al planeta ocasionaran un incremento anormal de calor en el fuselaje que condujo al lamentable final.
La pérdida de los astronautas (5 hombres y 2 mujeres) causó duras críticas a la agencia espacial, y aún muchos siguen pensando que pudo haberse evitado, reparando la perforación del ala durante la misión, o enviando una misión de rescate. Para ello habrían tenido que tomarse unas buenas imágenes satelitales del transbordador en el espacio para poder descubrir el boquete.
Desde ese momento los procedimientos técnicos de la agencia espacial fueron revisados, pero la tragedia cambió el rumbo de la exploración espacial. Tres lustros después del suceso la Nasa depende de las naves rusas Soyuz para llevar a sus astronautas al espacio, hasta que entre en funcionamiento el nuevo sistema de lanzamiento espacial (SLS por sus siglas en inglés), que promete regresar a la Luna e incluso llevar seres humanos a Marte.
Un comentario Agrega el tuyo