
Fue un sobrevuelo fugaz, de apenas unas horas, pero lo cambió todo. Hace una década, la sonda New Horizons, tras un viaje de más de nueve años y cinco mil millones de kilómetros, nos mostró por primera vez, en alta definición, el rostro de un mundo helado en los confines del sistema solar.
Desde su descubrimiento en 1930 por Clyde Tombaugh, Plutón fue un enigma. Durante décadas fue apenas una mota de luz que orbitaba más allá de Neptuno. Sabíamos que era pequeño, frío y muy lejano, pero su verdadera naturaleza permanecía oculta. En 2006, la Unión Astronómica Internacional lo reclasificó como “planeta enano”, una decisión polémica que generó debate público y científico hasta hoy. Paradójicamente, fue ese mismo año cuando New Horizons partió hacia él.
Las imágenes obtenidas en 2015 revelaron un mundo fascinante: montañas de hielo de agua tan altas como los Alpes, llanuras jóvenes sin cráteres como Sputnik Planitia, atmósfera tenue de nitrógeno, capas de bruma y posibles indicios de actividad geológica.
Plutón es apenas el primero entre muchos. Lo que antes se consideraba el noveno planeta resultó ser el miembro más representativo de una población vasta y variada, la zona del cinturón de Kuiper, una región poblada por objetos helados que orbitan más allá de Neptuno. Desde el descubrimiento de Eris en 2005, con mayor masa que Plutón, y luego de Makemake, Haumea, Sedna y otros, quedó claro que nuestro sistema solar tenía más actores en la periferia de lo que se pensaba.
New Horizons no se detuvo en Plutón. En 2019 sobrevoló un objeto llamado Arrokoth (antes conocido como Ultima Thule), el cuerpo más primitivo jamás explorado, una reliquia congelada desde los albores del sistema solar. Estos cuerpos transneptunianos nos dan pistas sobre cómo se formaron los planetas, cómo se distribuyó el material en el disco protoplanetario y sobre los procesos que modelaron el sistema solar exterior.
El debate sobre el estatus planetario de Plutón sigue vivo. Algunos astrónomos argumentan que la definición actual de planeta es demasiado restrictiva. Según la Unión Astronómica Internacional, un planeta debe haber limpiado su órbita, y Plutón comparte su región con muchos otros cuerpos. Pero para muchos, su complejidad geológica, atmósfera activa y lunas, como la impresionante Caronte, lo hacen merecedor del título de planeta.
Incluso se ha propuesto redefinir el término “planeta” basándose en propiedades intrínsecas y no en su contexto orbital. Si se adoptara una definición más inclusiva, podríamos tener decenas, quizás cientos de planetas, entre ellos Plutón y otros objetos del cinturón de Kuiper.
Plutón sigue estando en el centro de muchas preguntas. ¿Tiene un océano subterráneo? ¿Hay criovulcanismo activo? ¿Qué causa su atmósfera cambiante? ¿Cómo interactúa con el viento solar a esa distancia extrema?
Actualmente, nuevas propuestas de misiones al sistema de Plutón se están discutiendo, algunas de las cuales proponen orbitadores, módulos de aterrizaje, y hasta sondas para estudiar su luna Caronte o explorar múltiples objetos del cinturón de Kuiper. Una nueva generación de telescopios, como el recientemente inaugurado Vera Rubin, también buscará detectar muchos más cuerpos lejanos, incluyendo potenciales pistas sobre un hipotético “noveno planeta”.
A diez años del sobrevuelo de New Horizons, Plutón sigue siendo un faro de asombro en los confines conocidos del sistema solar.